Capítulo 1: El conejo blanco
Comencé a correr
hacia aquel conejo blanco, pero al girar la esquina ya no estaba.
Desesperada por encontrarle me quité los
zapatos, los tiré al suelo y seguí corriendo, tenía que encontrarlo costara lo
que costara. Corrí unos cuantos minutos más hasta que lo divisé no muy lejos de
mí, agoté mis últimas fuerzas corriendo hasta él pero el destino quiso que me
condujera hasta esa dichosa madriguera y se lanzó hacia su interior. No
pude detenerle, se tiró dentro, pero no me iba a rendir tan fácilmente así que
cogí impulso y salté a la madriguera. Mi vestido se ensució cuando llegué al
final. Mi conejo no estaba ahí, pero era imposible no había ninguna salida, ni
un agujero por donde escapar, no había nada excepto una mesa en el centro de la
madriguera en la que había una diminuta llave y un frasco en el que ponía
“bébeme”, sin pensármelo dos veces, cogí el frasco y comencé a beber, de
repente noté un dolor en mis piernas, agaché la cabeza para mirarlas pero ahí
no estaban mis piernas de siempre, eran unas piernas diminutas, yo misma era
diminuta, desde esta altura pude ver a mi derecha una puerta del mismo tamaño
que yo pero estaba cerrada y yo sabía dónde estaba la llave. Di la vuelta y vi
un pastel en el que ponía “cómeme”, sabía lo que tenía que hacer para salir de
allí.
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